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El amor que yo riego

  • elocasodeana
  • 25 ene 2017
  • 1 Min. de lectura

Ay, ¡si mi amor fuera un poquito mas pequeño!

Siempre oí que los excesos no son buenos.

Mas nunca pensé que el del amor fuera uno de aquellos,

de los malos, de los del lado oscuro, de los que no perdonan, de los que de nosotros se mofan.

Yo tenía un cactus que medía medio metro.

Al sol brillaba y a mi perro asustaba.

Pasado el invierno, no lo contó jamás,

Pues tanto me preocupé por él, tanto le regué

que para nada reparé en que el agua poco a poco en el fondo se acumulaba,

hacia la cual me incliné

y mi horror y sorpresa al ver al agente, al autor de la condena.

En ese charco me reflejé, vi mi cara. Y qué piensa usted…

Que tal vez mi perro lo hubiera cuidado mejor que yo.

 
 
 

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